El boletero amenazó con mandar a meterlo preso, porque en la Ciudad de Macri además de colarse en el subte hay delitos muchos más aberrantes como ser linyera y buscar comida en la basura, es delito vender artesanías en una plaza, es delito ser cartonero para subsistir, por decir algunos ejemplos.
"En la secundaria fuí campeón de atletismo, mirá como te salto el molinete", le gritó Gregorio al boletero vigilante. Y así fué nomás, tomando carrera y con un estado atlético que envidiaría cualquier punga que habitúa las adyacencias del lugar, logró meterse en el subte sin pagar un centavo...y lo festejó como un gol de Riquelme cuando aquela vez se dirigió al palco donde se encontraba Macri y le hizo el "Topo Gigio". Con la diferencia que esta vez Gregorio se dirigió a las boleterías de la estación para hacer el gesto mientras buscaba la cámara de seguridad para largar un "Para vos también va Macri", mientras se llevaba las dos manos por detrás de las orejas. Y grande fué la sorpresa cuando 4 o 5 pasajeros se acercaron para abrazarlo cuál festejo de gol. El momento fué emocionante. Pero más emocionante fué cuando se dió cuenta 10 minutos después de que los 4 o 5 pasajeros que lo fueron a abrazar en realidad aprovecharon el traqueteo de sus emociones para meterle mano en la billetera y afanarle el Black Berry.
Igual Gregorio estaba feliz. Como su ídolo. Y cuando sus nietos nazcan recordará este momento inolvidable junto a ellos. Se los contará con lujo de detalles. Igual seguro que hará más espectacular su proeza agregando exageraciones como que los guardias de seguridad eran el Fino Palacios y media metropolitana, que los molinetes estaban a 1;81 mts de altura y que el boletero al que le hizo frente era cinturón negro de karate. Sus nietos luego de escuchar su relato pasarán a tener un nuevo super heroe.