Si hay algo que los argentinos no son, es exitistas. Afirma Santiago Phelan bajo una lluvia de gargajos que provienen de la hinchada argentina en Nueva Zelanda. Pero esto es solo un caso que no puede ser tomado como un todo, o como una parte, o como la última porción de una pizza que anoche se enfrió.
Para los argentinos haber perdido como se perdió contra los All Blacks es casi un triunfo. Y es que el Rugby es el deporte nacional. O por lo menos lo es cuando miles de publicidades de celulares y/o bebidas con sales minerales invaden la televisión llenando los corazones de todos con el fuego sagrado del amor por el deporte que otrora era solo practicado por chetos o aspirantes a chetos y que ahora puede ser jugado por cualquier medio pelo o piojo resucitado.
Y fue un triunfo moral en muchos aspectos. Por caso, no recurrimos a pegar patadas o a tirarnos al piso para simular faltas. Tampoco buscamos ensuciar la victoria colgándonos de alambrado o metiéndonos a la cancha para apurar a Román y a Chiche Arano. En cierta forma los argentinos aprendimos a perder contra todos esos hijos de puta que deberían tomar a bien meterse el haka en el orto.
Hasta el próximo mundial o torneo mas o menos marketinero los argentinos solo festejaremos eventualmente si la selección nacional de fútbol, deporte por demás desprestigiado y asqueroso que los argentinos odian y solo miran por televisión porque es gratis, gana algún partido contra equipos de calibre y no contra países subdesarrollados que juegan contra nosotros porque somos generosos. Es así que en el primer partido de eliminatorias la selección no jugó con nadie. Claro que si se hubiese perdido, si hubiese jugado con alguien y de hecho inmediatamente deberíamos reconocer que son una potencia mundial y deberíamos entregarle la mitad del territorio argentino y a Rocio Marengo. Pero mientras la selección Argentina siga ganando irá desapareciendo de la faz de la tierra a los países sudamericanos y así lograremos la supremacia que nos merecemos y con esto podremos enfrentarnos de igual a igual con las selecciones de verdad, como las europeas, que son troncos pero tienen plata.
