"Recorrí los peores penales de máxima seguridad, me cagué a tiros con la gendarmería, me llevo a la nariz todo lo que encuentro, en especial “el paco”, pero nunca viví algo terrorífico como esto", cuenta un hombre de unos 35 años aproximadamente mientras nos apuntaba con una escopeta y nos pedía si podíamos ser tan amables en darles nuestra billetera, cosa que accedimos sin pensarlo.
Ir al mencionado sitio nos sirvió para poner en contexto esta realidad. Mientras hacíamos una vigilia nocturna para observar los movimientos del mimo, notamos como de una manera amable se acercaba a un grupo de adolescentes que no paraban de jalar poxiran a dos manos, a los cuales les intentó regalar un par de rosas ante el miedo total de los chicos que salieron corriendo despidiendo gritos de desesperación y horror.
“Uno puede estar preparado para la muerte de sus padres, para terminar en cana con los más despiadados asesinos del país, para soportar el descenso de su equipo, pero para ser desafiado por un mimo desconocido, eso no se lo deseo a nadie", sostuvo un joven. "A mí no me mató de casualidad", afirma Julia, que tiene el rostro demacrado y fuma un cigarrillo tras otro.
"Estaba dandole a la ginebra con los pibes en la esquina desde las dos de la tarde y a eso de las doce de la noche se me acerca el mimo y me ofrece una botella de agua mineral sin gas", contó entre llantos.
Dante Lijaperros expresó su temor por lo que acontece “¿Qué le pasa a este señor de tez blanca pintada?? ¿Por qué nos desafía de esa manera descarnizada? Así no podemos seguir, queremos irnos de Fuerte Apache con mi familia. No hay chances de que esto culmine bien”.