La dulzura, el respeto de los valores al extremo, su vocecita de coro Kennedy, su comportar tierno, el trato amigable y cordial le jugó una mala pasada a un gerente de un Carrefour cuando en el momento de decirle "buenos días" a un repositor de la sucursal, notó como el empleado lo subía a sus hombros para llevarlo directo a la góndola de los azúcares.
El gerente intentó convencer en varias ocasiones , siempre amablemente y con una sonrisa, al empleado de que no era un pack de azúcar sino que estaba en presencia de un atípico gerente de la cadena de supermercados, donde para dar con el perfil del puesto hay que ser un conchudo hijo de mil put* y tratar como el ort* a los miles de esclavos que tiene la empresa (perdón donde escribimos esclavos quisimos escribir "empleados") , pero el repositor no le creyó.
El repositor, siempre con una sonrisa como es la política de la empresa en el momento de dirigirse a alguien por más que se esté enfrente de Videla o el mismísimo Hitler, confirmó que la extrema dulzura del nuevo gerente le jugó una mala pasada y ahora tenía miedo de que lo castiguen, cosa que ocurrió después con una notificación de la empresa haciendole llegar un telegrama de despido con un "ja ja ja" como culminación del comunicado.
Todo es mejor con una sonrisa.
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