Según afirman los vecinos de la hamaca paraguaya bailarina, no para de bailar un minuto.
Parecía que esta hamaca nunca se movería, pero hace poco dió la sorpresa y comenzó a ser la protagonista desde ese momento hasta hoy, meciéndose a un ritmo acelerado, yendo no sólo adelante y atrás, sino también hacia los costados como moviendo la pelvis.
Mientras tanto la casa donde está alojada esta hamaca sigue convertida en una suerte de paseo turístico donde curiosos de distintas localidades llegan con filmadoras, cámaras fotográficas y celulares para registrar secuencias de la hamaca bailando las polcas. Y no son pocos los que lograron el cometido, lo cual alimenta especulaciones de distinto tipo. Hay quienes sostienen que al acercarse a la hamaca se curaron de algunos dolores; otros que bebiendo el agua que está a pocos metros se sienten mejor y otros que dejaron de consumir travestis de colita parada al tocarla.